Yo voto, tú votas, ellos no votan…
La educación de los niños no sólo debe ser orientada para ejercer un trabajo profesional, también es preciso educar en valores. Los niños son el futuro de cualquier pueblo. Una sociedad sin niños está muerta, toda civilización que no tiene reemplazo generacional acaba desapareciendo con el paso del tiempo. Es por ello que padres y maestros tenemos una enorme responsabilidad para con los niños: transmitirles valores tan esenciales como el de la vida, la familia, la libertad, la fe, el amor al prójimo, la igualdad, la democracia…
¿Democracia? ¿Por qué no nos detenemos en la palabra democracia? Precisamente, y hablando de educación, la asignatura pendiente que todavía tienen las democracias modernas es la de los niños. Son el futuro de la sociedad, la perpetuación de nuestra especie, son el resultado del amor entre dos personas… Pero, si son tan importantes para la sociedad, ¿por qué no pueden votar?
Es una decisión demasiado atrevida, quizá sea una postura difícil de comprender. En otros momentos de la historia de las democracias ha ocurrido algo así: al principio nadie apoyaba el voto de las mujeres, y no digamos el de los negros; el sufragio universal era algo impensable que, si se permitía, iba a suponer un desastre irremediable. Pero no fue así: el sufragio universal funciona y ahora sería impensable quitar a las mujeres el derecho al voto ¡faltaría más!
Pero el sufragio no es del todo universal, el sociólogo José Pérez Adán es profesor en la Universidad de Valencia y lo ha explicado con meridiana claridad: “una persona un voto implica reclamar derecho de voto para los niños. ¡Vamos a hacerlo¡”
Según la Plataforma Ciudadana HazteOír el voto familiar es una necesidad actual muy particular, es indispensable alcanzar el derecho al voto de los niños representados por sus padres: “la familia es el núcleo vertebrador de la sociedad y garantía de bienestar, de equidad, de justicia y de realización personal. Los gobiernos deben confiar en las familias y apoyarlas: garantizar su libertad y asegurar también su capacidad decisoria como logro en materia de libertades públicas y de derechos civiles”.
La Fundación Interamericana Ciencia y Vida y su Comité Científico, al término de la cuarta edición de la Universidad Internacional de Verano Ciencia y Vida en San José de Costa Rica firmó la siguiente declaración:
“Uno de los logros del siglo XX fue la extensión del sufragio universal a la mujer, aun y cuando este derecho no esté plenamente reconocido en algunos países. En el siglo XXI la inclusión de los niños en el sufragio hará definitivamente universal el derecho al voto, que es una exigencia irrenunciable de la persona en una sociedad democrática. Toda vida humana, no importa su tamaño, debe ser reconocida por la sociedad como miembro actual y no solo potencial.
La participación activa de la familia en las elecciones implica otorgarle el voto a todo el núcleo familiar en proporción a su tamaño. Consiste en la equiparación de la ciudadanía a la nacionalidad: la extensión de los derechos propios de la ciudadanía a todos los nacionales, incluyendo los menores de edad.
El voto de los niños representados por sus padres es una manifestación de que la familia es sujeto social de derechos. Toda persona desde el inicio de su vida debe de tener el derecho a su inclusión en el censo. El voto de cada menor de edad será emitido por sus padres de acuerdo con el sistema que cada país vea más conveniente y justo a sus circunstancias.
El derecho al voto de los niños es también una necesidad educativa. La sociedad necesita padres responsables que sepan transmitir valores y actitudes saludables de generación en generación conformando culturas de servicio en la que los niños sean protagonistas. Los poderes públicos deben facilitar esta tarea enseñando a enseñar en y desde las familias.
Una cultura y una sociedad saludables suponen el protagonismo de los niños para los que trabajamos y preparamos un mundo mejor y plenamente incluyente. Vivir para los niños y apostar por la familia es hacer futuro y es también una manera eficaz de vacunarse contra el individualismo”.
Es una idea, un proyecto que quizá no tenga futuro. O sí, quién sabe. En cualquier caso, no es una propuesta de Mapayn Mundi, ni mucho menos un objetivo de nuestra asociación. Sólo es una reflexión personal sobre la escasa importancia que da nuestra sociedad a los niños, a la familia, a la vida… ¿qué hay de malo en reflexionar?
Pongamos como ejemplo dos familias bien diferentes: la familia García Navarro (marido y mujer, sin hijos) y la familia López Hernández (marido, mujer y 4 hijos). Con el sistema democrático actual el poder decisivo de ambas familias es exactamente el mismo: dos votos. Debemos comprender que con el voto estamos decidiendo sobre el tipo de educación, sobre el sistema de sanidad y seguridad social, sobre impuestos y ayudas a la infancia, etc. Entonces, ¿por qué las dos personas que forman la familia García Navarro tienen el mismo poder decisorio que las seis personas que componen la familia López Hernández?
En términos de progreso esta última familia aporta a la sociedad lo más grande que se puede ofrecer: vida, futuro. Sin embargo, su votos valen menos que los demás, y cuanto más numerosa sea la familia más déficit democrático.
Reflexionemos, fuera prejuicios, que decidan los niños.
Raúl Sempere Durá
Artículo publicado en la revista de Mapayn Mundi, en Forum Libertas, en Debate 21, en Periodismo Católico y en los diarios digitales de Barcelona, Aragón y Valencia Liberal.
Etiquetas: Familia y Vida, Mapayn Mundi
2 Comments:
At 1/6/07 22:40, Anónimo said…
Enhorabuena por toda la labor en favor de la educación en valores de los niños, la cual considero primordial.
Los niños ya tienen todos los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución Española. No tienen derecho al voto porque están en período de formación y podría dar lugar a manipulaciones, pero sus derechos fundamentales deben ser respetados y doblemente protegidos, dada su edad.
El derecho de los niños a ser respetados en sus derechos fundamentales no les viene a través de sus padres, sino que es un derecho inherente a ellos mismos, al que tienen derecho por el hecho de ser persona.
Recalcar esto me parece importante dado que no se trata de defender a los hijos de los padres que tienen la suerte de tener valores morales, sino que se trata de defender a todos los niños de los abusos y corrupciones actuales, opine lo que opine su padre.
Un padre no puede hacer lo que quiera con su hijo, y así como no puede maltratarle físicamente, tampoco puede hacerlo moralmente. Así, si un padre decide ser un promiscuo, no tiene ningún derecho a educar en ello a su hijo.
Tenemos que defender a todos los niños del intento por parte del Gobierno de su anulación como personas. La integridad moral está reconocida en el artículo 15 de la Constitución Española, junto con el derecho a la vida y a la integridad física. Lo que hace el Gobierno en esta materia me parece corrupción de menores, y creo que los derechos de los propios niños tienen que ser prioritariamente defendidos, y sería estupendo que fueran los padres, aunque no tienen la exclusividad en un asunto que nos afecta a todos, los que hiciesen valer los derechos fundamentales de sus propios hijos, y por extensión, de todos los niños.
At 21/6/07 20:16, Anónimo said…
Hay tantas cosas que modificar en esta supuesta democracia, que uno no se sabe por donde empezar, pero no por ello hay que dejar en el aire buenas propuestas.
Como por ejemplo que los padres deberían poder votar en representación de sus hijos, hasta que estos, no se hayan mancipado, es decir, hasta que legalmente no dejen de estar tutelados por sus padres.
Una buena propuesta para incrementar el absentismo por no encontrar candidatos que se dediquen a la política y que valgan la pena.
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